Algunas versiones señalan que el origen de esta tradición tuvo lugar en la Edad Media debido a que las clases nobles obsequiaban a todos los miembros del servicio con cajas llenas de ropa y alimentos en señal de gratitud. Otras interpretaciones apuntan a que el clero abría las cajas con las donaciones para que su contenido se distribuyera entre los más pobres. Incluso, también existe otra versión que sitúa el origen del término Boxing Day en la era de los descubrimientos, a principios del siglo XV, cuando los veleros partían para descubrir nuevas tierras. Antes de zarpar un sacerdote colocaba una pequeña caja en el buque, en la cual los miembros de la tripulación dejaban dinero porque creían que así garantizaban un retorno seguro. Después la caja se sellaba y así se mantenía durante todo el viaje. Si el velero regresaba, la caja era entregada al sacerdote y este la guardaba hasta la época navideña para entregar su contenido a los más necesitados.
Sin embargo, a pesar de las diferentes versiones sobre el origen del Boxing Day, la mejor pista se encuentra en el popular villancico Good King Wenceslas, escrito por el reverendo inglés John Mason Neale en 1853. Cuenta la leyenda que el duque de Bohemia Wenceslao fue un hombre conocido por defender a los oprimidos y ayudar a los pobres con generosidad. En las noches invernales, el duque tenía la costumbre de salir, descalzo, a visitar las iglesias. Una de esas noches, concretamente el día de San Esteban, Wenceslao vio de lejos a un pobre campesino que recogía leña en medio de una tormenta de nieve. El duque, que iba a acompañado de su fiel paje, decidió volver a palacio para coger algo de comida e ir en busca del hombre humilde que vivía al pie de las montañas. Durante el viaje, su paje estuvo a punto de abandonar a causa del frío, pero logró continuar por el calor milagrosamente emanado de las huellas de Wenceslao en la nieve, hasta llegar a la casa del campesino, con quien pasaron la noche.
La historia se basa en la vida de San Wenceslao I, duque de Bohemia (907-935) y cuando el reverendo Masón la encontró decidió que sería un buen ejemplo de generosidad y bondad. Por ello escribió el villancico, que más tarde utilizaría la Iglesia Anglicana para invitar a los fieles a realizar donaciones que se recolectaban en cajas navideñas.
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